sábado, 18 de julio de 2009

La Domesticacion Del Consolador

Con el cambio de siglo, las nuevas necesidades, unidas a la invención del motor eléctrico de pequeño tamaño, propiciaron la aparición del primer vibrador doméstico, que fue patentado en 1902 por la empresa estadounidense Hamilton Beach of Racine.

De esta forma, el vibrador vaginal se convirtió en el quinto gadget eléctrico en invadir los hogares, mucho antes que, por ejemplo, la plancha eléctrica.

Poco a poco, los vibradores se fueron haciendo más asequibles y empezaron a ser comprados por particulares para tratar problemas de, ejem, "histeria" especialmente persistentes. Modelos como el Miracle Ball-Grip Massager o el Gyro-Lator se hicieron muy célebres e incluso se publicitaron en periódicos con frases como “La vibración que proporciona vida, vigor, fuerza y belleza” o “Instrumentos para la tensión y la ansiedad femenina”.

En 1917, en los hogares norteamericanos había más vibradores que tostadoras; aunque desaparecieron de las consultas de los médicos, seguían considerándose aparatos clínicos para proporcionar relax a las mujeres más inquietas. En la primera mitad del siglo XX, el mercado de este tipo de artefactos estaba en alza, y docenas de prototipos fueron patentados.

A partir de los años 20, con la aparición de las primeras películas pornográficas (stag reels), los vibradores empezaron a perder su buena fama. La más famosa de estas películas fue The nun’s story (no confundir con la de Audrey Hepburn), un filme en el que la mujer del culturista Vic Tanney se quita su disfraz de monjita y se lía a masturbarse con un arcaico vibrador.

Estas cintas hicieron que los vibradores dejaran de verse como instrumentos clínicos para, poco a poco, ir adquiriendo connotaciones negativas y considerarse como diabólicos juguetes fálicos para saciar la lujuria femenina.

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